ChatGPT: el oráculo moderno

¡Bienvenidos a la era donde ya no se necesita pensar!

¿Tienes una duda?
¿Un trabajo?
¿Un poema?
¿Una excusa para no ir a la oficina?
Pregúntale a ChatGPT. Y si la respuesta no te convence… pídeselo otra vez, pero “con más emoción y en formato de TikTok”.

ChatGPT como psicólogo, chef, abogado, cura, niñera, poeta, conferencista y adivino

La maravilla del siglo XXI es que ahora, con solo escribir:
«Hazme un ensayo de 2,000 palabras sobre el existencialismo de Sartre en tono esperanzador, con referencias bíblicas y emojis.»
tienes en 10 segundos lo que antes requería 3 semanas, 4 cafés y una crisis existencial.

¿No te convence? No pasa nada. Solo escribe:
«Hazlo más corto, pero más profundo, y que parezca que lo escribió Borges después de meditar.»

¡Voilá! Magia generativa.

Adiós tarea, hola trampa elegante

Los profesores ya no corrigen redacciones, ahora juegan a “Detective GPT”.
Los estudiantes ya no estudian, ahora redactan el prompt perfecto para que el chatbot haga el trabajo por ellos.
Resultado:
Ni el estudiante aprende, ni el profesor enseña… pero todos tienen un PDF bonito con márgenes de 2.5 cm.

¿Amor artificial? Claro que sí

Declaraciones románticas, cartas de reconciliación, discursos de boda… todo cortesía de ChatGPT.
Porque no hay nada más genuino que decirle a tu pareja:
«Mi amor, te amo como las estrellas aman la noche.»
(Generado por IA, copyright OpenAI 2025).

Y por supuesto, siempre habrá quien pregunte:
«¿Debería volver con mi ex?»
Como si el pobre bot no tuviera ya suficiente con redactar currículums como si fueras Elon Musk.

Jefes que piden informes, empleados que los copian-pegan

En las oficinas, el estrés desapareció.
Solo hay alguien tipeando frenéticamente:
«Haz un informe ejecutivo de 3 páginas con tono profesional pero divertido, que incluya análisis FODA, una metáfora sobre los delfines y un cierre motivacional.»

Y luego otro que responde:
«Ahora tradúcelo al inglés y al alemán y ponle emojis.»

Los límites: una sugerencia opcional

Porque claro, pedirle a ChatGPT que imite a Shakespeare mientras analiza los precios del mercado inmobiliario en Paraguay… tiene lógica.

¿Quién necesita contexto cuando puedes abusar libremente del bot como si fuera tu becario eterno?

Y por si fuera poco, también están los que generan frases motivacionales a granel:
«Sé el sol aunque seas linterna.»
«Vuela alto, aunque no tengas alas, ni piernas, ni idea.»
Inspirador, ¿no?

Usa ChatGPT, pero no apagues tu cerebro

ChatGPT es una herramienta poderosa: puede ayudarte, inspirarte, enseñarte y hasta entretenerte.
Pero no reemplaza tu criterio, tu creatividad ni tu sentido común (si es que aún queda algo después de tanto scrolling).

Úsalo, disfrútalo… pero no le pidas que te resuelva la vida.
Ese trabajo sigue siendo tuyo.

Nos hemos acostumbrado a que las respuestas aparezcan en segundos, a que la creatividad pueda automatizarse y a que el esfuerzo parezca una opción anticuada. Pero, ¿qué pasará cuando nadie se esfuerce? ¿Cuando nadie piense? ¿Cuando nadie cuestione?

Las herramientas como ChatGPT son una maravilla tecnológica, pero también un espejo que refleja nuestra pereza intelectual. El problema no es la inteligencia artificial… el problema es qué hacemos con ella.

Si dejamos que nos haga todo, nos convertiremos en una sociedad que sabe cómo preguntar, pero ha olvidado cómo pensar.